martes

PORQUE OS LO DEBÍA...

Hace ya semana y media que llegué a esta ciudad y aún no me había acordado de vosotros.
Miento. Sí que lo he hecho, muchas veces, pero la vorágine de cambios, novedades, momentos sorprendentes, momentos más tristes…, han hecho que no me haya sentado aún a pensar concienzudamente en vosotros.
¿Y qué puedo contaros? Muchas cosas la verdad.
Pero eso ya lo iréis viendo (o mejor dicho, leyendo) por estos lares, donde intentaré explicaros todo lo bueno y lo malo que le pase a esta loca que os escribe. Esta loca, que a pesar de estar bastante segura de sí misma, y echar mano de la madurez que le ha dado el sufrimiento y las alegrías, a ratos está poco más que cagada de puro miedo.
Porque sois muchos los que habéis estado a mi lado desde el principio de toda esta aventura. Os lo debo a todos.
A toda la gente que me acompaña día tras día, que sé que seguís ahí, cerquita, ahora también desde de la distancia.
A los que conocéis mis neuras; mis miedos y mis alegrías; mi mal genio de algunos ratos; mis ataques de risa contagiosa que muchas veces decís que es como si llegara el sol a la habitación donde estoy; mi sentido del humor irónico, algo negro y sarcástico; mi casi obsesión por hacer las cosas bien hechas y tenerlo todo controlado; mi pasión por la lectura y la música "algo extraña" como algunos definís; mi sonrisa siempre preparada aunque por dentro esté chillando de furia o esté nerviosa y asustada como un potrillo; los malos despertares de algunos días; mi a veces exagerado sentido de la justicia y de lo que no es moralmente aceptable; mis lágrimas inesperadas cuando algo me sorprende y me toca la fibra; mis perezas y mis prisas; mi lado más serio y algo cortante,…

Y es que ha todos os debo un GRACIAS enorme.

A papá y mamá, y a Meri. Por soportar día sí y otro también, que estuviera dándoos la lata con mi viaje. Por la cantidad de charlas, y tantos ratos y momentos en los que por hache o por be acababa saliendo el tema. Siempre ahí, sin agobiarme, pero siempre pendientes de los pequeños logros que iba consiguiendo día a día. Por vuestras eternas e incondicionales muestras de cariño y comprensión. Gracias por vuestra paciencia infinita y estar ahí en todo momento.
A mis niñas, que las circunstancias de este año me han tenido tan apartada de ellas. Siempre habéis estado ahí y no habéis dudado nunca en que finalmente conseguiría lo que tanto he perseguido en los últimos años.
A mis compañeros del museo, que os habéis portado como unos campeones. Y sobretodo a ti I, que has sido mi querida compañera de andanzas desde el pasado diciembre. Has estado ahí siempre. Con tus ánimos y tus tazas de te a media mañana, ayudándome a dibujar esta aventura.
Y a la gente del local, que me disteis la mejor de las despedidas posibles. Que me demostrasteis que aunque no lo pienses, puedes llegar a ser importante o por lo menos algo necesaria para los que te rodean. Por vuestras palabras de apoyo. Y por hacerme saltar las lágrimas de alegría al decirme que se preparen estos ingleses, que llego yo con mi torbellino.
A F y J, porque me ayudasteis con el barullo de papeles, con los temidos currículos, con los consejos para amoldarme un poquito mejor a esta gran ciudad y también a esta cultura tan diferente a la mía.
A mi querido profe Joan, que creyó en mí desde el primer momento en cuanto le dije que me quería ir de casa, nada más y nada menos que a Londres. Por su apoyo y por ser la primera puerta de salida a esta etapa de mi vida.
A mi querido y admirado profe Jordi, que no dudó en brindarse en todo lo que pudiera necesitar para empezar, por lo menos la andanza académica, de la mejor manera posible.
A toda la familia, repartida por media España, siempre pendientes de cómo iban las cosas.
Y a todos los que hacéis que este blog siga día tras día. Por vuestras muestras de cariño y apoyo a través del ciberespacio.

Sí a todos vosotros, que aunque ahora mismo esté solita, sé que estáis ahí, siempre pendientes de lo que me vaya pasando. Y hoy, aunque ha sido un día difícil, y en algún momento se me ha venido a la cabeza esa letra del gran maestro “Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti...”, solo puedo evitar pensar una cosa: TODO IRÁ BIEN.
Porque sí, porque me lo merezco. Porque esta aventura es también un poco vuestra. Porque ha costado mucho llegar hasta aquí y porque no voy a rendirme a la primera de cambio. Y si hay que hacerlo, me reiré hasta de lo malo…

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