Lo que son las cosas.... Ahora va a resultar que soy un bellezon y me parezco a todas estas actrices tan bellas.... Si es que... quien no se conforma en esta vida es porque no quiere, jur jur jur...
Sorry... Estoy en la universidad, con un dichoso teclado ingles..... Ni acentos, ni na de na.... pfffff
Por cierto... si quereis ver a que famosos os pareceis solo teneis que buscar una "afoto" vuestra y entrar a esta pagina.... A ver que os sale
:)
sábado
ME PAREZCO A...
Publicado por emma woodhouse en 15:09 3 comentarios
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domingo
SOÑAR
La melodía no podía ser otra que el "Por una cabeza" de Gardel .No sé lo que eso puede significar. Si es que los sueños significan algo, claro. Me enfundaba un traje negro, con una falda ajustada y unos tacones de vértigo.
Al final todo acabó de la forma menos poética que os podéis imaginar: mi hermana entrando a mi habitación, cual huracán, y despertándome ruidosamente.
Quien fuera Gabriel Anwar en esta escena... Pero ya os digo aquí y ahora, que en mi sueño, yo lo bailaba con mucho más garbo.
:)
PD: No sé a santo de qué soñé yo eso... Creo que la navidad, con todos sus excesos, a cada uno nos pasa factura a su manera... :)
Publicado por emma woodhouse en 0:52 1 comentarios
MI ZONA PREFERIDA DE LA CIUDAD
Publicado por emma woodhouse en 15:45 2 comentarios
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martes
NO HE MUTADO
Publicado por emma woodhouse en 21:55 6 comentarios
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sábado
DECEPCIÓN Nº 2
Si fuera un personaje de una metanovela, de esos que se rebelan contra el destino que les marca la pluma de su creador, pensaría que me utiliza a voluntad para hacerme purgar todos sus pecados.
Ya os conté ayer la decepción número uno a costa de una birria de taza de chocolate caliente. Anoche llegó la número dos en forma de fiesta universitaria. Bueno más que una fiesta universitaria, aquí le llaman la “Flirting Party” o “Fiesta del Ligoteo”. Os podéis imaginar lo que se puede encontrar en un lugar como ese. Todo tiene cabida en la viña del señor.
Pero también es verdad que no iba yo con la intención de ligoteo. Mentiría si os dijera lo contrario. Simplemente me apetecía ver qué hacen los universitarios en este país, un viernes por la noche. Claro que eso y nada es lo mismo.
La noche empezó sobre las nueve, camino de casa de Evelyn, a casi treinta minutos andando desde la residencia.
Hasta que no llegue la dichosa Oyster, nos movemos a pie. Facilitando, porque no, que baje volumen del trasero que la genética familiar me dio.
Y fue en casa de Evelyn donde empezó el “festival del humor”. Gracias a este aparatito:
Estábamos tan tranquilos sentados en la cocina, tomando algo, cuando de pronto empezó a sonar la alarma antirrobo. Pensamos que sería un momento. Pero no. Pasaron cinco, diez, quince, veinte, veinticinco minutos y nada… Los oídos parecía que te iban a explotar. Las luces también empezaron a hacer el tonto y estar allí dentro, con la calefacción a una temperatura desorbitada, se convirtió en un verdadero infierno.
Finalmente llegaron los del servicio de seguridad de la universidad (porque el piso pertenece a la Queen Mary) y los dejamos allí, peleándose con el dichoso cacharro que aullaba como un histérico.
Nos fuimos camino del campus, buscando la famosa fiesta “Flirting”. No sé para qué. Menudo chasco. Aquello estaba lleno de chicas con vestidos mínimos y tacones máximos, y chicos barbi-lampiños pasados de vueltas por el exceso de cerveza. Además, pagar tres pounds para meterte en una sala con luces rojas, y estudiantes universitarios que no llegaban ni a los 22… No tenía muy buena pinta.
Los ingleses, al igual que con las tazas de chocolate, tampoco saben montar fiestas universitarias. Esto, en comparación con lo que se montaba en mi facultad, allá por tierras catalanas, es una verdadera cutrería. Ya me lo dijo un buen amigo, hace un par de días en un mail: “Emma, que esa gente son muy raros. Que no son de sangre caliente como nosotros, y aunque se crean que son el culo del mundo, nuestra condición de mediterráneos les pega siete vueltas”.
Qué gran verdad! Voy a tener que ponerlo en el altar de mis frases para “superar” el choque cultural.
Terminamos la noche en un pub cercano, haciendo algo tan típico como esto, y sobretodo, acompañándolo con muchas risas…
Definitivamente, esta semana no ha sido la mía.
Quizás sí soy el personaje de alguien y lo que tengo que hacer es que purgar algún pecado...
Publicado por emma woodhouse en 13:48 2 comentarios
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viernes
DECEPCIÓN
Y con lo poco que me gusta la leche y lo mal que me sienta... Esto es más una leche con colacao que otra cosa... Estos ingleses no saben hacer una buena taza de chocolate. Qué penita más grande me he llevado yo hoy.
Esta noche me voy a una fiesta en el campus. A ver si va a ser como este chocolate. Una panzá reír sin ninguna gracia... Menuda suerte llevarme ya dos decepciones en un solo día. Os contaré.
Publicado por emma woodhouse en 19:13 2 comentarios
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jueves
ESTILISMOS IMPOSIBLES
No es que me haya sorprendido mucho, la verdad. Las dos veces anteriores que estuve aquí en plan turista, ya me di cuenta que vestirse en Londres es toda una institución.
Pero ahora, que me paseo tranquilamente por las calles, me doy cuenta que algunos londoners, tienen el gusto para vestir allá donde la espalda pierde su bello nombre.
Imaginaos una posible mezcla como esta…
Pues que me fulmine un rayo ahora mismo si no te paseas un día cualquiera por la ciudad y ves a una chica con unas pintas muy parecidas.
Ante tal gusto por la combinación, no me queda otra que mirarme de pies a cabeza y pensar para mis adentros: “A ver Emma, o tu eres una cateta de no te menees o esa muchacha no tiene demasiado buen gusto vistiendo”. ¿Vosotros sabéis la respuesta? Porque yo aún no lo tengo muy claro.
Quizás es que aquí lo que se lleva es eso, y la que de verdad está desfasada soy yo.
Pero luego te cruzas con otra chica que podría llevar perfectamente algo al estilo de…
Y te das cuenta que… tan pasada de moda no estás, porque si a eso se le llama ir a la moda… Mejor me quedo en casa y no salgo. Porque así no me vestiré yo ni harta de vino.
No os negaré que mi armario, en estos momentos, es lamentablemente precario. Hay muy poquito donde elegir. Toda mi ropa mona, se quedó allá, en casa. Guardada en el armario. Mis zapatitos de tacón, las camisetas de arreglar, algún que otro vestido…. No pensé que podría llegar a echarlos de menos…
Todo será cuestión de buscar alguna cadena de estas grandes, donde los precios a veces son de risa, y aprovisionar el ropero…
PD: Quería poneros fotos de “modelos reales”, pero una no tiene tan poca vergüenza como para ir fotografiando a la gente por la calle… Intentaré perderla de aquí en adelante, a ver si así veis con vuestros ojitos lo mismo que veo yo…
PD2: Meri!! Ni se te ocurra meterle mano al armario. Para tu información... La dieta londinense me está ayudando a ponerme como una sílfide, osease... Que los pantalones y los escotazos que tú querías ponerte, en un par de meses me quedarán de muerte....
Si es que... tener una hermana lejos, con tu armario llamándole a gritos es un puro peligro!!! O no?
PD3: A los sufridos lectores de este blog. No, no soy una frívola. Que hoy os hable de ropa no es frivolidad. Porque aunque mi madre siempre me dice que solo tengo un cuerpo que vestir, la imágen cuenta. Cuenta mucho. Y más cuando estás en una ciudad tan posh y cool como ésta...
Publicado por emma woodhouse en 19:59 4 comentarios
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domingo
ACUÉDATE DE LLAMAR!!!
Mil aventuras son las que tienes que montarte para que a final de mes la factura del móvil no eche una humareda de mil demonios. Que si llamadas a cobro revertido, que si haces una perdida para que te llamen al fijo de la residencia…
Pero amigos míos, el mundo de las llamadas a casa cuando estás en el extranjero ha cambiado y mucho. Y si no que se lo digan a mi madre, que si por ella fuera, estaría to’ el santo día enganchada a la pantalla del PC.
Bajo éste logo…
… Se esconde la alegría más grande de nuestras sufridas madres, que ven como sus polluelos vuelan del nido, y que no contentos con ello, también de país.
Que a ver como es tu habitación, que si enséñame los pantalones tan chulos que te has comprado, que si quiero ver como has colgado los pósters que te llevaste de casa…
Eso de contarle a una madre, lo que has hecho durante el día, sentada en la moqueta de la residencia, con los pelos hechos unos zorros y en zapatillas de estar por casa… Ha pasado a la historia.
Y lo más curioso del caso es que acabas diciendo lo mismo que si hablaras por teléfono, pero ya se sabe… En la era de la imagen, lo que no se puede ver es como si no existiera o fuera menos verdad porque no se puede contemplar.
Y en casa ven algo como esto…
Un careto redondo, amorrado a la dichosa webcam que no hace más que transformarte en un monstruo lleno de píxeles, y te convierte en una imagen que navega por el ciberespacio.
Al otro lado, los tuyos se dan cuenta de que estás igual. Que la distancia, el cambio de país, de idioma, de comidas… no te han transformado en un ser de color verde, con antenitas que revolotean alrededor de tu cabeza y que tu voz (salvando las distancias que pueda ocasionar una tecnología no siempre tan excelente de cómo te la venden) sigue siendo la misma.
Que sí familia! Que sigo siendo yo!
Vosotros tranquilos que esto es diferente, a veces incluso algo raro, pero que por poco que pueda seguiré siendo la misma… Vaya a ser que cuando volváis a verme en carne y hueso no me reconozcáis… Eso sí que sería una verdadera pu... y no que el portátil se quede sin batería... ¿A que si?
Publicado por emma woodhouse en 22:37 9 comentarios
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miércoles
UN MIÉRCOLES CON FERNANDO
Como no podía ser de otra manera en esta ciudad, esta mañana se ha despertado lloviendo. Bueno en realidad con ese “meamea” tan característico, que unido a la neblina que aquí debe ser monumento nacional, le da al día un tono gris y de invierno.
Ha llegado el paquete que esperaba. Meme se ha portado como una campeona y me lo han traído hasta la misma residencia. Tener que cargar con quince quilos, con los más de cuarenta que ya cargué hace diez días, ya iba a ser demasiado para el cuerpo.
Por fin tengo conmigo mis deseadas novelas de John Irving. Con la prisa que me di en pedirlos, y al final no pude meterlos en la maleta. La caja también estaba rellenita con mis gramáticas, mis apuntes de la tesina y las reseñas de bibliografía. Además, otro trocito de mi armario, que fue imposible meter en el maletón.
El día no acompañaba, pero no era plan salir echa unos zorros. Ya tuve bastante con la noche del martes que pensaba que no conseguiría bajarme la fiebre de ninguna manera. No me he calzado tacones porque todavía no tengo ningunos aquí, pero… Todo se andará. De momento me he quedado con mis zapatos rojos. Yo siempre tan discreta con los colores….
Eso sí, señoras y señores, definitivamente he recuperado el maquillaje negro para los ojos.
Hoy el día ha sido de matrimonio. Totalmente. Mi amigo Fernando y yo nos hemos pasado el día entero juntos. Por la mañana visita al hospital del ordenata… Sí, se le ha puesto malito y eso aquí es poco más que una tragedia. Hemos llegado ya a un punto en el que no se sabe si somos usuarios de la tecnología o directamente esclavos de ella. Con un poco de suerte y en el appointment del domingo, todo se solucionará.
De camino a la facultad nos hemos encontrado con esto…
Yo no había visto nunca un cine donde las películas se anunciaran así. Es que ni en el antiguo cine de mi pueblo, que no existe desde hace por lo menos quince años, anunciaban las películas de esta manera. Me da a mi que estos ingleses, tan modernos tan modernos tampoco son...
La facultad, con su torbellino característico. Miles de caras diferentes, vestimentas, acentos, edades, nacionalidades… Una verdadera torre de babel en un campus laberíntico. Para perderse como llegues por la mañana un poco adormilada.
Y la típica comida inglesa, a las doce y media del mediodía, con un simple sándwich, aquí tan en boga. Qué hartar de reír nos hemos dado al ver la hora que era. Ni nosotros nos lo podíamos creer. A la una del mediodía y ya habíamos terminado de comer. Parece mentira lo que hacen las costumbres. Aquí comemos a las doce, cuando en España, a esa hora estás por el segundo café de la mañana, y si me apuras mucho y tienes aún un poco de hambre, con un mini de queso calentito.
Pero no os penséis que hemos desaprovechado la visita a la cafetería del campus. Eso nunca!
Aquí tan aplicada, intentando entender la dichosa ficha para que te manden la tarjeta mensual del metro con un treinta por ciento de descuento. De algo tenía que servir que sea otra vez estudiante universitaria, ¿no?
Cuando vi en el formulario “+18 full time-student” por poco me atraganto con la risotada que me entró. Tengo ya unos cuantos más que 18, estaría bueno ahora que tuviera que adjuntar también una fotocopia del pasaporte.
Y ya de vuelta a casa, depués de pasarnos por el super, nos hemos encontrado con una invitación que ha sido inevitable rechazar. O es que... ¿Quién se resiste a algo como eso? Además armados con una botella de vino como íbamos?
Lo que hacen los equívocos entre lenguas... Seguro que para los inglesitos esto significa otra cosa... Pero servidora no estaba hoy como para ponerse a buscar en el diccionario... Si alguien me hecha un cable, se lo agradeceré.
Y la diversión que nos esperaba no era otra que…
Esa tarea tan sencilla pero que en un país con una climatología tan puñetera, por no decir otra palabrota, y donde además nuestro espacio vital se recude a una triste habitación de residencia universitaria, se convierte en una gran aventura. Si no me creéis. Fijaros en esto...
Y así termina una...
Vaya... Un día en pareja con todas las de la ley. Y como ha dicho Fernando: "Solo nos falta que metamos los niños en la cama y que nos tumbemos en la cama a leer el periódico". Claro que..., si su novio se entera, que nuestro día ha sido de matrimonio bien avenido, no creo yo que se lo tome con mucha guasa...
Publicado por emma woodhouse en 22:45 5 comentarios
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domingo
EMMA "LA COCINILLAS"
Y es que la comida y el hecho de comer en Londres, amigos míos, ha sido el tema más recurrente en casi cualquier conversación que he tenido en los últimos dos meses.
No nos engañemos… Los españolitos, cuando llegamos a esta ciudad venimos poco más que cag… de miedo pensando en qué y como vamos a seguir una dieta lo más similar posible a la que llevamos en casa. También hay que decir, claro está, que depende mucho de lo que cada uno considere dieta equilibrada. Para mí está claro: pescado, carne, pasta, arroz, verduras, ensaladas, lácteos, algo de embutido,… ¿Completito verdad? Sí, pero eso en casa de papá y mamá… Aquí ya os digo yo que la cosa es bastante diferente. Y es diferente simplemente porque los ingredientes que tú buscar para prepararte las comidas, mmm…, parece que se parecen pero no lo son en realidad. Bueno será que yo los busco en donde no debería, pero el caso es que todo, no es igual que en casa. O será que estoy muy bien acostumbrada a comer bien y ahora tengo que acarrear las consecuencias. (Me da a mí que esto segundo es lo más probable).
Filosofadas alimenticias a parte, el caso es que estoy casi convencida que mi compañera de piso se debe pensar que soy una comedora compulsiva o que estoy verdaderamente obsesionada por la comida. Claro que yo de ella pienso… Mejor os lo imagináis vosotros con lo que es contaré. Dejadme un poco que os ponga en situación.
El sábado pasado, nada más llegar a la residencia, y después de inspeccionar concienzudamente mi habitación y el resto de espacios comunes, salí a comprar al súper del barrio, con la compañía de mi flatmate. Llegamos al Tesco (esa cadena de supermercados que aquí en Londres causa verdadero furor porque lo tiene absolutamente todo y a precios bastante razonables) y decidimos separarnos para que cada uno buscara lo que necesitaba. Yo con esa visión tan mediterránea de lo que es un supermercado, me quedé poco más que alucinada de lo que allí había.
No os negaré que la sección de fruta y verdura está verdaderamente bien, pero…, comprar la verdura, la fruta y las hortalizas totalmente empaquetadas en plástico no es algo a lo que estoy demasiado acostumbrada. Pero bueno, no está la cosa como para volverse remilgona.
En cuanto al resto del super…. Una sección de pan de molde como no había visto nunca en mi vida; platos precocinados que mala pinta tampoco es que tuvieran, pero que tendría que estar bastante desesperada para incarles el diente; patatas fritas con todos los sabores imaginables; congelados absolutamente de todos los alimentos imaginables… Una aventura vaya.
Y finalmente me reencontré con mi compañera de piso, con su cestita llena de “prouctos”. Ni que decir tiene que en lo único que coincidimos fue en la lechuga y los tomates. El resto, hasta llenarla, parecía de dimensiones totalmente desconocidas la una con la otra.
Lo mejor fue cuando llegamos a una tienda cercana para comprar el menaje de cocina, que sí, era totalmente inexistente en la cocina del piso. Yo me agencié un par de cazuelillas, una sartén, cubiertos, platos, vasos… Vaya, lo mínimo para guisarte tus cositas y no echar tanto de menos las comiditas de mamá.
Y ahí viene el motivo del titulillo de este post. Mi querida compañera C (como comprenderéis no es plan que me ponga aquí a difundir nombres y apellidos completos de la muchacha) solo se quedó con un par de tuppers, un paquete de cubiertos de plástico y una taza. Eso, junto con la retahíla de cosas que había comprado en el super, ya me hizo sospechar que eso de moverse entre los fogones, como que no era lo suyo. El martes por la tarde la hipótesis quedó totalmente confirmada.
Llegué de la facultad alrededor de las cuatro y media y me entraron ganas de ponerme a cocinar y dejarme unos cuantos tuppers en el congelador para cuando los horarios empiecen a ser un poquito más ajetreados.
El menú era muy sencillo: tortilla de patatas y sofrito para macarrones, de ese tan bueno con su cebollita y su ajo y su carne picada (que en este caso tuvo que ser de ternera, no de cerdo como yo estoy acostumbrada, porque si había en el super yo os aseguro que no la encontré). Pensé que sería el mejor momento para ponerme a guisotear, pues después de subir a mi habitación y ponerme ropa cómoda para estar en casa, no oí ningún ruido que delatara la presencia de mis dos compañeros de piso. Craso error amigos míos.
No llevaba ni cinco minutos con las mangas de la camiseta arremangadas cuando apareció por la puerta de la cocina C la americana.
A la muchacha le hizo gracia verme ataviada con el delantalillo que mi madre me metió en la maleta, y toda yo ajetreada pelando y picando cebolla y ajo, patatas, sacando la carne de la bandeja… Vaya que me preguntó si no me molestaba que se quedara allí, mirando como hacía “my cooking”.
No es que saltara de alegría al saberme observada, pero tampoco era plan de decirle que no a la muchacha. Claro que en el fondo me sentí un poco “engendro de feria” porque aprovechó el momento para sacarse su botella de vino blanco y empezar a pegarle tutes, acompañando los sorbos con rábanos y mordiscos a una zanahoria. Menudo espectáculo amigos míos. Que se pimpló una botella entera y no eran ni las cinco de la tarde! Yo tomando zumo de piña mientras iba traficando y ella con la botella de vino, como quien se bebe una coca-cola. Im-presionante. Y lo mejor de todo es que la pobre estaba con unos ojos como platos cuando me veía preparar los ingredientes. Que si porqué cortaba la cebolla tan pequeñita; que si porque le ponía ajo con lo mal que huele; que si porque a la carne le echaba sal y pimienta… Os lo podéis imaginar… Una chica que se alimenta a base de zanahorias crudas, apio con mostaza y tazas de café con leche en polvo a todas horas…, no creo yo que tenga mucha idea de cómo hacer aunque sea un simple sofrito para unos macarrones.
Su cara de asombro era un verdadero poema para mí. Se quedó absolutamente flipada al ver como cortaba las patatas para la tortilla, y como usaba una espátula de madera para moverlas en la sartén y evitar que se hicieran trizas. Tampoco es que yo sea ninguna Arguiñana ni una Adriana, pero bueno, que no creo yo que eso fuera equiparable a la descubierta de las minas del rey Salomón.
Y anoche ya sí que la acabé de rematar finalmente cuando me vio haciendo esto…
Sí amigos míos. Una simple tortilla de champiñones! Entró a la cocina en el preciso instante en que yo le estaba dando la vuelta al asunto con un plato llano encima de la sartén. Me preguntó toda extrañada que qué estaba haciendo. Yo le dije en un inglés algo precario (aún no tengo la suficiente fluidez como para hacer algo y pensar la respuesta pertinente en inglés) que le daba la vuelta a la tortilla para terminarla. En la boca creo que le hubiera podido meter una de esas mandarinas que tengo en el frutero.
Estoy por pensar que esto va a ser así durante el resto de los cinco meses que vamos a estar compartiendo piso. Yo con mis cocinillas y ella con sus preguntas y sus sorpresas continuas ante el arte de la tortilla de patatas...
Mientras no llegue a suceder lo que me dijo mi padre antes de marcharme... "Niña, ten cuidado con esos guiris que como te vean cocinar y les guste, van a terminar pidiéndote que les hagas la cena todos los días". Papá... No te preocupes, a no ser que el nuevo inquilino que tiene que ocupar la habitación que aún queda vacía en el piso, sea un gourmet, me temo que eso no va a suceder nunca....
Publicado por emma woodhouse en 21:59 3 comentarios
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