No contenta solo con eso, tengo a una madre que es como una segunda conciencia y cada vez que hablamos por Skype, me recuerda que tengo la página algo olvidada. Lo sé mamá, lo tengo ahí, clavadito en el fondo del estómago y me asalta una y otra vez.
¿Por donde empezar desde la última entrada? Mmmmm… A ver… Me mudé de piso a finales de mayo y abandoné Bethnal Green para trasladarme a Walthamstow. Un poco más al norte, en zona tres, pero que sorprendentemente me gusta bastante. Es como un pequeño pueblo “pegado” a Londres y tiene espacios verdaderamente tranquilos y encantadores para pasear y recrearse en lo típicamente inglés. Abandoné un piso compartido con otras 4 personas (llegamos a ser 7 durante algunas semanas) en el que solo tenía una habitación para vivir (los primeros tres meses una simple que parecía una caja de cerillas, los dos siguientes una doble en la que me sentía un poco menos sardina en lata). Viví en propias carnes lo que es buscar piso con mi chico, en esta ciudad, con un presupuesto limitado e intentando que no estuviera lejos de la parada del metro y del tren. Y como broche final, limpiar y ordenar un piso que se aparece enorme para dos personas e intentar decorarlo y hacerlo acogedor con un presupuesto muy muy ajustadito.
¿No está del todo mal no? Entremedias, un viaje a España, algún que otro momento de crisis existencial y muchas horas de limpieza para adecentar un piso que (la madre que la parió si la pillara ahora mismito), la landlady nos alquiló sin limpiar…
Pero no todo ha sido “chungo”… Me he aficionado a la jardinería (una de esas tres cosas que tanto gustan a los ingleses además de las casas y los pubs). Mis dotes culinarias han aumentado exponencialmente y estoy hasta sorprendida por ello. Tengo televisión después de nueve meses y mi inglés está creciendo sorprendentemente rápido. Y de lo que estoy más orgullosa (y gracias a las enseñanzar de la madre que me parió), me estoy convirtiendo en una administradora financiera doméstica de narices (vaya, que con poco dinerillo hago milagros).
Y como que por más que yo lo diga, no tenéis porque creerme sin ver antes una imagen, os dejo aquí una prueba (de la que estoy muy orgullosa, todo hay que decirlo) de mis tres jardineras en la ventana de mi salón. Cuando plantamos las flores hace poco más de un mes, eran toda muy chiquitas, casi no sobresalían del borde del macetero. Estoy más que sorprendida de ver que han crecido tan bien.
Ahí os las dejo, para que veáis que no miento….