miércoles

ALICIA NO CREE EN LAS MARAVILLAS - 1

Sonó el despertador. Ese ensordecedor y desagradable “Bipbipbip” que parece perforarte los tímpanos cuando estás durmiendo los últimos minutos del sueño que se apodera de ti durante la noche.
Ali se dio la vuelta y sintió que no podía abrir los ojos. Eran las siete y veinte de la mañana. Solo diez minutos más y tendría que levantarse. Había dormido poca más de cinco horas. ¡Menudo día le esperaba! Lo primero que salió de su garganta fue un malogrado “¡Joder Marta!”. Ayer por la tarde, saliendo de su despacho, la llamó Marta, su amiga del alma desde que tenían 15 años. Como siempre, había roto con uno de sus muchos ligues, y estaba por los suelos. Marta y sus novios eran algo que Ali no había acabado de entender nunca. Su amiga era una chica atractiva, fuera de lo común en el barrio donde habían crecido. Era alta, casi 1’80, con el cabello largo y pajizo, los ojos grandes y de color verde y una sonrisa que emborrachaba nada más verla. No estaba flaca, pero tampoco gorda. Sus pechos estaban bien formados y tenía unas caderas muy femeninas e insinuantes. Su madre le decía que le recordaba a Marilyn. Y ese era el mayor problema de Marta. Los chicos la veían despampanante y se fijaban en ella. La historia duraba una par de meses, y acababa incluyendo casi siempre sexo desenfrenado a cualquier hora y en cualquier lugar y borracheras e campeonato sin recordar nada a la mañana siguiente. Y ahí acababa todo porqué después que sus ligues acababan alardeando de haberse follado a la tía más apabullante de toda la ciudad la dejaban tirada. Era entonces cuando Marta dejaba de estar en las nubes para sentirse la tía más desgraciada del mundo. De nada servía que Ali le recordara que tenía un buen trabajo como periodista, que era una de las tías más inteligentes de su promoción y que poco a poco la iban tomando en serio en el mundo de la crítica de arte. Era como hablar contra la pared. Marta decía que se quería morir y Ali no podía evitar que se le escapara una sonrisa cargada de pena y diversión a partes iguales. Porque Ali acababa divirtiéndose cada vez que su amiga decía que se sentía morir y a las pocas semanas volvía a gritar que había encontrado el amor de su vida. Pero esta vez no había sido igual. Algo pasó la noche anterior para que Ali no acabara sonriendo ante la tragedia cómica de su mejor amiga. Porque esta vez la implicación había sido casi directa, casi sin poderlo evitar. Esta vez Ali sabía que no sería tan fácil salir del embrollo.

4 comentarios:

AdR dijo...

Una historia ramificada sobre un tapete... con mujeres, al parecer muy diferentes...y por entregas... me gusta, a ver como sigue. :)

Besos

Lucía dijo...

Ummm, esto de los relatos por entregas es como una especie de tortura ...no??

Espero que la segunda entrega llegue pronto!!

emma woodhouse dijo...

Tampoco sé muy bien como saldrá el invento... Hace un par de meses que le estoy dando vueltas. Tomando notas, creando perfiles de personajes, historia vital, situaciones...... A ver que pasa y qué sale y sobretodo qué os parece...

Es un misterio.....


Besotes

Emma

AdR dijo...

Di que si, Emma, yo con lo de El Hombre Sin Tildes... estaba igual que tu, en principio iba a ser solo un relato, luego se me ocurrio que recuperaba las tildes pensando en su Tierra... y luego me ha dado por contar los comienzos, ahora toca el final.

Tu escribe que las ideas salen solas.

Besos