Qué sería de nuestras vidas sin estas queridas amigas. Esas que cuando menos te lo esperas te saludan de buena mañana y te dejan “tiesa” nada más poner los pies en el suelo.
Pues esas queridas compañeras, las cervicales, y su colega del alma la “tensión” llevan dándome los buenos días desde hace ya unas cuantas semanas. Hasta hace unos días la cosa era medianamente soportable. Una ducha caliente, con la alcachofa de la ducha directamente apuntando al cuello durante un par de minutos y el problema se solucionaba para el resto del día. Pero desde el pasado sábado, la cosa a empeorado.
Todo empezó con el hombro derecho, que parecía un poco “atropellado” y algo vago a la hora de querer responder a mis impulsos de mover el brazo. A medida que pasaba el día la cosa empeoró. El dolor que al principio era solo como una pequeña presión sobre la zona, se fue extendiendo hacia la clavícula derecha y también por todo el brazo derecho. Después de un día de compras por el centro y una visita relámpago a Ikea para proveernos de un par de cosas, llegar a casa cargada con los paquetes fue poco más que una tortura china. Definitivamente la tensión cervical se había instalado en mí y parecía que estaba dispuesta a darme la vara.
Y así ha sido. Aquí está. Instalada desde el puño hasta la clavícula derecha, haciéndome los días un poco imposibles y complicados, y sobretodo, con unos espasmos y unos tirones que me tienen frita. Geles de calor, pastillas anti inflamatorias, paños calientes, geles anti inflamatorios, aceite de romero, baños calientes, masajes caseros... Así llevo desde el sábado y la cosa promete ir para largo. Como diría mi masajista en España “si todos los nudos que tienes en la espalda fueran garbanzos, harías un cocido para unos cuantos comensales”.
Me lo tomaré con filosofía y haré un poco el vago esta semana a ver si con un poco de reposo y el tratamiento adecuado la cosa mejora y no tengo que recurrir a la amputación. Eso a lo que tanto le gustaba recurrir a mi hermana cuando estudiaba enfermería y daba como diagnóstico cuando le decía “me duele el hombro”.
Y si por casualidad (y por desgracia) os pasa lo mismo que a mí, os dejo una pequeña ayudita, en forma de tabla de ejercicios para mejorar el estado de vuestras queridas cervicales.
PD: Como os podréis imaginar, después de tanto tiempo sin pasarme por aquí, este no iba a ser el post para el reencuentro, pero las “c” me tienen tan atacada, que en estos momentos es en casi lo único que puedo pensar....